El veredicto, alcanzado por unanimidad de los jueces Roberto Atilio Falcone, Mario Portela y Martín Bava, fue leído en la sala del Tribunal Oral Federal Nº1, luego de las 18.
El fallo revocó la prisión domiciliaria de la que gozaba el imputado por “problemas de salud” y dispuso la “inmediata detención y su alojamiento en un establecimiento carcelario del Servicio Penitenciario Federal”.
En otro de los puntos del fallo, se dejo sentado que el homicidio de Analía Magliaro “constituye un crimen de lesa humanidad perpetrado en el marco del genocidio sufrido en nuestro país durante la última dictadura cívico militar”.
Además se dispuso enviar copia del fallo a la ministro de Defensa para que se inicien las actuaciones que correspondan respecto al estado militar del condenado. Con esto cabe la posibilidad que el coronel retirado, tal como lo dispone el código de disciplina de las Fuerzas Armadas, sea expulsado del arma a la que pertenece.
Por último, se resolvió remitir copia al fiscal General ante la Cámara General de Apelaciones para que “se inicien actuaciones sumariales tendientes a dilucidar la eventual responsabilidad penal del entonces coronel Alfredo Arrillaga en los delitos de privación ilegal agravada, tormentos agravados por tratarse de un perseguido político, y homicidio doblemente calificado por alevosía en concurso premeditado de dos o más personas en perjuicio de Analía Delfina Magliaro.
“SE TRATÓ DE UN VIL ASESINATO”
Cerca de las 10 de la mañana el Tribunal dio inicio a la tercera audiencia del debate oral y público por el asesinato de Analía Magliario. En esta oportunidad fue el turno de alegar del Ministerio Público Fiscal. El doctor Daniel Adler tomó la palabra para exponer las razones por las cuales solicitaron a la triada de jueces que se condene al coronel retirado Fortunato Valentín Rezett a “prisión perpetua por hallarse penalmente responsable del delito de homicidio calificado por alevosía y por haber sido cometido por dos o más personas”. Además, el fiscal fue contundente a la hora de solicitar que la pena sea de cumplimiento efectivo y en una cárcel común. El pedido apunta concretamente a terminar con el beneficio de prisión domicilia, del cual goza el imputado.
La exposición del doctor Adler se extendió por alrededor de una hora y estuvo centrada en demostrar que durante las dos audiencias precedentes se dio por “probada” la responsabilidad del imputado en el hecho.
Para ello, la Fiscalía recordó no sólo pasajes de las declaraciones de los testigos, en los cuales quedó acreditada la violencia utilizada sobre la víctima desde el mismo momento en que fue secuestrada de la casa de la familia Chirria; sino que también hizo especial hincapié en demostrar que el crimen se halla dentro de la lógica del plan sistemático desplegado por la dictadura militar durante el período 76-83.
En este sentido, el doctor Adles explicó que no fue casual que Analía Magliaro haya sido trasladada al Gada 601, posteriormente haya sido asesinada en un enfrentamiento fraguado y que, por último, haya sido en la comisaría cuarta donde sus familiares hayan tenido que reclamar su cadáver. Este derrotero expuesto a la luz de la articulación del aparato represivo en Mar del Plata vuelve a demostrar la articulación del Gada 601 –lugar donde se emplazaba la jefatura de la Subzona 15- y de la comisaría cuarta, señalada en más de una oportunidad como uno de los centros clandestinos de detención de la ciudad. Cabe puntualizar también, en el análisis realizado por la Fiscalía de la cuartada “poco inteligente” del enfrentamiento. Adler recordó, en este sentido, el testimonio de los dos hermanos Magliaro que refirieron el estado en el que se hallaba el cuerpo de su hermana cuando tuvieron que reconocerlo. Ambos expresaron que era imposible que en las condiciones en las que estaba secuestrada la víctima haya podido defenderse. “Allí radica la alevosía del crimen”, expresó Adler al recordar que Magliaro tenía en su cuerpo marcas de tortura, de haber permanecido atada, encapuchada y amordazada. “No puede atribuirse que se haya tratado de un enfrentamiento, sino que se trató de un vil asesinato”, expresó el representante del Ministerio Público.
En el alegato de la Fiscalía, también, se solicitó que se lo considerara a Rezett como “autor del crimen” y no como “participe necesario”. Este pedido estuvo basado en que, según el fiscal, el imputado “admitió haber participado en la privación ilegítima de la libertad, pero por órden de un superior”, al referirse a que es el imputado quien firma el recibo de recepción de la detenida. En este sentido, Adler explicó que la obediencia debida debe ser desestimada a la luz del fallo de Nüeremberg y del Estatuto de Roma.
Por último, la Fiscalía expresó que quedó probado durante el debate que el entonces capitán Rezett era miembro de la plana mayo del Gada y que como tal era responsable de las decisiones que de allí se impartían. Según Adler, también se acreditó la pertenencia de Rezett al sector de inteligencia, elemento coincidente con las tareas realizadas por el imputado en el Operativo Independencia.
Por último, el doctor Daniel Adler fue contundente al pedir la derogación de la prisión domiciliaria: “En principio las penas están para ser cumplidas. No hacerlo puede ser una prolongación de la impunidad”.
“EL HOMICIDIO ES COSA JUZGADA”
Luego de un cuarto intermedio de 20 minutos, el abogado defensor Carlos Meira realizó un breve alegato en el cual intentó deslindar la responsabilidad de su defendido en el crimen que se le atribuye.
Con una oratoria poco ortodoxa, el defensor ancló sus argumentos en desacreditar el alegato de la querella, expuesto por el doctor César Sivo el jueves y en objetar técnicamente algunos pasajes de los fundamentos vertidos en la sala por el doctor Adler.
“El doctor Sivo tergiversa a Berazay”, expresó enfáticamente Meira al referirse al pasaje del alegato querellante donde se señala a Rezett como quien recibe a la detenida. En este sentido, el defensor remarcó que su defendido sólo firmo el recibo por orden de un superior.
Además, Meira remarcó que “Rezett no era un oficial de inteligencia” y que sólo se trata de un oficial subalterno a la plana mayor y por lo tanto sin capacidad de cuestionar las órdenes impartidas por la superioridad. “En aquella época, si no cumplía la orden, Rezett iba a ser juzgado por la Justicia Militar, sometido a Consejo de Guerra y posteriormente fusilado”, concluyo.
Además, calificó de “alocado” pretender vincular a su defendido en el homicidio de Magliaro y remarcó que “el homicidio de la señorita Magliaro es cosa juzgada”, al señalar que Pedro Barda fue encontrado culpable en 2008 por el crimen de la joven.
En este marco fue que solicitó la absolución de su defendido, y en caso de condenarlo que se mantenga el beneficio de la prisión domiciliaria ya que “hasta que la sentencia quede firme no puede alterarse las condiciones de detención del imputado”.
“Yo soy yo y las circunstancias”
Muñido de una carpeta azul donde guardaba su exposición, caminó hasta ubicarse en la silla para dar sus últimas palabras.
“Tengo el honor y la responsabilidad de hablar frente a vuestras señorías. Creo y respeto a la Justicia”, señaló el imputado en el comienzo de su alocución que duró más de media hora.
“He hecho un sacerdocio de la Justicia en 42 años de carrera militar”, explicó al referirse a su relación con sus subordinados.
En varios pasajes de su discurso, la voz castrense se empañó, sobre todo al referir que es dueño de una moral y franqueza infundida por su padre y que él trato de trasladar a sus hijos. También se mostró emocionado cuando habló de las vicisitudes familiares por las que tuvo que pasar durante su época de servicio.
“Había veces que mi mujer me ocultaba que no alcanzaba el dinero de mi magro sueldo de capitán”, expresó.
En relación a los hechos que se le imputan Rezett no dudó en deslindar responsabilidades, aduciendo que él firmó el recibo por orden de un superior.
Por otro lado, negó haber realizado tareas en Inteligencia: “No tengo inspiración, capacidad, ni inclinación por la Inteligencia”, expresó.
Luego de recorrer con detalle cada una de las tareas que realizó en el Ejército, Rezett apeló a los jueces para que realizaran Justicia. De su parte, explicó, sólo puede decir que pasa noches enteras pensando “por qué me tocó firmar a mí ese recibo”. El propio Rezett dio dos posibles respuestas a su pregunta: “La primera de ellas es religios, todo se puede planificar menos los designios de Dios”; la segunda es cuasi filosófica, citando a Ortega y Gasset, “Yo soy yo y las circunstancias”, concluyó para luego agradecer la “caballerosidad” con que fue tratado durante el proceso judicial.
“Si es un asesino tiene que pagar”
Mario Magliaro, hermano de Analía, estuvo presente en las tres audiencias que se siguieron en este juicio. Ayer, ni bien los jueces dictaron sentencia, se lo vio emocionado. “Si hoy mi madre hubiese estado acá no hubiera tenido ningún tipo de exteriorización contra el condenado, sino que hubiera dicho que se hizo justicia”, expresó a modo de síntesis por lo vivido.
Además recordó a Analía “siempre joven, quedó detenida en el tiempo, tiene la edad de mi hija más chica, estos años siempre estuvo, es una cosa muy difícil de explicar con palabras… es doloroso”.
Por último, en relación a Rezett expresó que “si es un delincuente, si es un asesino, como cualquier habitante de este país tiene que pagar”.
Por Juan Carrá